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Parece que era ayer cuando metía unos euros a que el Deportivo ganaba un partido. Era como una vuelta al colegio apresurada, sin autobús ni bocadillo de Nocilla. Aprendí a base de hostias monetarias, no mucho, porque nadie se puede arruinar con veinte euros. Poco a poco me fui interesando por los “tejemanejes” de las apuestas y llegó un día en que comprendí que un hándicap asiático no era un chino con mala hostia :)

Han pasado los meses o años (un par es plural) y aquí seguimos, buscando cuotas, analizando partidos, comiéndome las uñas donde sólo tendría que haber pipas….en fin, en una semivida que si sale rojo sonrío y si sale negro me cago en la ruleta. Bueno, miento, eso era antes. Me he vuelto “adúltero” y me lo tomo como un sobresueldo, medio de vida (porque está en medio de mi vida).

Nadie nació perfecto, rubio, de ojos azules, con una chaqueta de Yale y siendo miembro de los Alfa-Beta-Gamma del colegio. Por eso hoy pretendo variar, no desvariar. Cada cierto tiempo es bueno sentarse en un rincón del firmamento y analizar todas las cosas que haces…y no haces. Los porqués siempre disparan a quemarropa…porqué hago esto….porqué no lo hago…porqué no me quiere…porqué no la quiero. Cuando te das cuenta la marea te moja los tobillos y no sacas nada en claro.

33% de conocimientos, 33% de estrategia, 33% de suerte….al fin y al cabo las apuestas son como la vida misma…

Hay gente que vende palas y hay otra gente que las compra para buscar oro, ¿tú quién eres?

Con Dios.